viernes, 5 de abril de 2019

Reflexiones sobre las políticas educativas en Aragón y la trampa educativa

A estas alturas del curso académico y con una legislatura política a punto de concluir queremos echar la vista atrás y compartir unas reflexiones con el colectivo docente de la provincia de Huesca. Si bien se ha avanzado en algunos aspectos después de los fuertes recortes que sufrió la educación pública durante el gobierno del PP, este avance ha sido muy tímido e insuficiente para empezar a hablar de un modelo de calidad, inclusivo, participativo y democrático. Más si tenemos en cuenta que estamos gobernados por quienes dicen que defienden lo "público".
Para empezar, la actual legislatura política ha hecho suyo el modelo "bilingüe" que implementó el anterior gobierno. Con otro nombre y con algunos retoques pero no deja de ser un modelo impuesto, falto de presupuesto y segregador, especialmente en secundaria. Un modelo que aboca a las familias a buscar la formación privada en academias para compensar la dificultad de formar al alumnado en lenguas extranjeras cuando la solución tiene que pasar por la reducción de ratios y la formación del profesorado. Aspectos que podrían extrapolarse en cualquier materia que se quiera abordar seriamente.
En segundo lugar, la evidente falta de seriedad de la Administración con el uso de la igualdad en sus políticas educativas sumándose al carro mediático que hace que los centros, desde ya, tengan que desarrollar un plan de igualdad de género. No es que estemos en desacuerdo, lo que es indecente es que estos planes no vayan dotados de horas para su desarrollo. Porque si han de llevarse a cabo contando con tres horas complementarias del personal, habrá otras tareas a las que se destinaban esas horas que quedarán al arbitrio de la voluntariedad y de las circunstancias, porque entendemos que lo importante no es el plan sino la sensibilización, su puesta en marcha y su evaluación.
En tercer lugar queremos hablar del término inclusión que suscita ciertas contradicciones entre muchos sectores de la comunidad educativa. La administración muestra aquí su cara más perversa. Últimamente parece abanderar este término en prensa, hecho que contrasta con su antagónica propuesta de escolarización amparándose en la peligrosa, mentirosa y electoralista libertad de elección de centro. Queda patente que la Administración no va a afrontar seriamente la exclusión de colectivos desfavorecidos en las escuelas, aunque una sentencia del TSJA apoye esta causa.
Si alguien pudiera pensar que la carga burocrática es desmesurada en los centros educativos, pues ha caído otra losa sobre éstos en los que se debe desarrollar un proceso de reflexión en torno a las tareas escolares que, aun estando totalmente de acuerdo con la necesidad de esta reflexión, tememos que se convierta, en muchos casos, en un proceso meramente burocrático, que pone en cuestión, una vez más, la profesionalidad del personal docente.
Otra medida que nos provoca la risa es el nuevo banco de libros. ¿Acaso no tenían ya muchos centros su banco de libros funcionando Al parecer en lugar de destinar horas para apoyar esa labor se destinan fondos para privatizarla y veamos qué pasa con esos fondos después de las elecciones.
Nos da la sensación que la Administración mete con calzador aquello que quiere implementar, en unos casos sin justificar a quién beneficia, en otros sin contar con el personal docente, siempre a coste cero, mejor dicho a coste negativo, ya que hay que restar horas de otras faenas para sacar adelante todas estas medidas. Se olvidan de que nuestra labor principal es educar y enseñar.
Y además, un articulo de opinión publicado por un afiliado a propósito del incipiente pacto educativo: 
He leído con atención, pero con inevitable desagrado, las Bases para un pacto por la educación en Aragón. El título es ya de por sí elocuente: más por lo que no dice que por lo que dice..., porque podría decir "Bases para un pacto por la educación pública", o "Bases para garantizar el derecho constitucional a la educación"..., pero ¡no!, dice exactamente lo que dice y nada más. Bueno, al menos no dice "educación aragonesa".
Me interesaba saber hasta dónde habían llegado nuestros representantes políticos y veo, atónito, que el texto es papel mojado de la primera a la última palabra y declaración de buenas intenciones y banales psico-pedagogiquerías (inclusión, bilingüismo, calidad, igualdad de oportunidades, asistencialismo barato y más "emociones" en el currículo...), que quedan totalmente en nada al eludir los problemas fundamentales que, desde luego, ni se mencionan. Por citar algunos: el primado del "derecho" a elección de centro, la existencia (en permanente crecimiento) de centros privados financiados con dinero público, los imparables procesos de privatización y mercantilización que aquejan a los sistemas escolares en el marco de la U.E., o la indiscutida gestión empresarial (y por tanto antidemocrática) de nuestras escuelas —que, además, queda arteramente garantizada, blindada diría yo, vía aceptación de la "evaluación de los centros", de la "carrera docente" y de otros muchos temas que, por lo que veo, ha tragado y, al parecer, ya digerido con total provecho la izquierda del PSOE ahí firmante -me refiero, claro está, a Podemos e Izquierda Unida-. En fin, una auténtica fruslería que, además de no servir para nada (el pacto educativo es un falso debate y será siempre una trampa para la izquierda realmente transformadora), cada vez amplía más el trágala de la izquierda haciendo ya totalmente innecesaria la abolición de la LOMCE... ¡Nada de lo que hay ahí escrito la contradice en sus argumentos de fondo! La izquierda no ha hecho su trabajo.
Una reflexión final. Ya que la idea de consenso se presenta como epicentro en este tema y otros muchos, viene que ni pintiparado traer a colación las atinadas consideraciones de carácter general que al respecto vertía Jesús Ibáñez, uno de pensadores críticos más agudos de final del siglo pasado, hace más de treinta años. En términos sencillos, venía a decir el sociólogo cántabro que el consenso equivalía a la solución cerrada, productora de certezas, y que el disenso era la solución abierta, produce dudas. Eso es precisamente lo que pretende el poder cada vez que usa y esgrime la idea de consenso: eliminar las discrepancias y los antagonismos convirtiendo la política en mero espectáculo de una gestión tecnocrática. En cada consenso político palpita una voluntad de bloqueo frente a quien se opone; eso sí, "con los brazos abiertos". El pacto educativo, como casi todas las operaciones de la misma naturaleza, no responde a una noble y desinteresada búsqueda de concordia y solución concertada. Es, sencillamente, un arma más en la confrontación. En esos términos debemos leerlo y, en consecuencia, impugnarlo, de la "a" la "z". Como decía Audre Lorde, con las herramientas del amo no desmontaremos su casa (The Master"s Tools Will Never Dismantle the Master"s House)

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