La Historia nos ha alcanzado. Para nuestra desgracia “vivimos tiempos interesantes” y algunos aún no se han dado cuenta. En la situación actual, con 5.965.400 parados (el 26 % de la población activa); con un estado que ha desistido de su obligación de recaudar impuestos para ejercer su labor redistribuidora de la riqueza (en España recaudamos un 32 % de la riqueza del PIB en impuestos, muy lejos del 45 % de Francia y muy cerca, en cambio, del 28 % de Rumanía); el Partido Popular en el gobierno, tanto nacional como de la comunidad autónoma nos lleva por una senda de más destrucción de empleo y la creación de más desigualdades.
En el
ámbito de la administración educativa del PP-PAR en Aragón y pese
a la contundencia de los datos anteriores se nos dice que no hay
recursos, que no tenemos dinero para financiar como se debe a nuestra
educación pública. No sólo eso, sino que en un contexto de
incremento importante en el número de alumnos que acuden al sistema
educativo público, la administración plantea suprimir, es decir,
eliminar más de 200 plazas de profesores en las plantillas de
nuestros centros educativos. Para ello se presentaron en la Mesa
Sectorial de Educación unos criterios para la elaboración de
plantillas en los centros educativos inasumibles, ya que no son
criterios que sigan ningún principio pedagógico, sino el criterio
único del ahorro y la reducción del personal.
En el
pasado más reciente hemos asistido entre otros duros golpes a: la
reducción en el número de interinos contratados y su precarización
laboral (con contratos de hasta 2 horas) y la supresión del cobro
del verano; la eliminación de la paga extra de navidad para todos
los funcionarios, el aumento de nuestra carga horaria y las ratios,
aumento de las concertaciones... y la lista podría continuar.
Mientras tanto desde la administración educativa se trata de
mantener a las organizaciones sindicales ocupadas en un presunto
proceso de negociación en el que en realidad no negociamos nada.
Dadas
estas circunstancias los sindicatos integrantes de la Junta de
Personal docente no universitario de la provincia de Huesca
entregamos un documento, firmado por todos, en el que denunciábamos
la situación y nos negábamos a negociar lo innegociable. Por
desgracia la unidad de acción ha durado poco. No negamos el derecho
de cada organización sindical a actuar como crea oportuno, pero
creemos sinceramente que aquellos que hoy buscan negociar dadas las
circunstancias se equivocan y debilitan nuestra posición.
Ante
estas circunstancias en la Federación de Enseñanza de CGT Huesca
nos preguntamos: ¿tiene sentido participar en un proceso negociador
cuando no estamos de acuerdo con el marco general, es decir los
criterios de elaboración de plantillas, en el que se encuadra esta
presunta negociación? ¿tiene sentido “dar oxigeno” a una
administración educativa acosada por los problemas que ella misma
genera manteniendo abierto un teórico proceso de dialogo que en
realidad se limita a la aplicación técnica de unos criterios no
negociados?
En CGT
Huesca pensamos que en situaciones críticas es el momento de dar
protagonismo a los principios sólidos y no el de plantear
negociaciones posibilistas. Este es el momento de unirnos, de actuar
juntos con un objetivo común: revertir la situación actual. Debemos
ser ambiciosos en nuestros objetivos, aunque el camino sea largo.
Esperamos encontrar compañeros dispuestos a emprender este viaje,
para el que por desgracia no hay atajos. Principios claros, cohesión
y búsqueda de unidad para enfrentarnos a una administración que se
alegra cada vez que logra dividirnos. En un contexto tan variable
como el actual, en el que la administración educativa cambia de
criterio en el lapso de pocos meses; en el que no es capaz de
mantener los acuerdos que firma ¿qué sentido tiene negociar?
Estamos ante un conflicto de principios, de máximos y cuanto antes
nos demos cuenta de esto antes podremos emprender el camino de la
movilización permanente y colocar el conflicto en sus justos
términos. Debemos terminar con el “síndrome de Estocolmo” que
nos atenaza y dejar de “agradecer” las pequeñas migajas que la
administración tiene a bien concedernos. Es la estrategia del palo y
la zanahoria, aunque con mucho palo y poca zanahoria.
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