“Nuestra tesis es que la
idea de un mercado autorregulado implicaba una utopía total. Tal
institución no podría existir durante largo tiempo sin aniquilar la
sustancia humana y natural de la sociedad; habría destruido físicamente
al hombre y transformado su ambiente en un desierto”.
Karl Polanyi.
Las cosas no van a mejorar;
esta cita pertenece a una obra titulada La gran
transformación, publicada por Karl Polanyi en 1944. Si leemos con
atención observaremos que se se refiere a la idea de la imposición de un
mercado autorregulado en pasado, ya que fue escrita después de que,
tras varios intentos de colocar al mercado en el centro de la
organización económica y social de Europa, el mundo se despeñara por una
pendiente de violencia y desorden en el período que va de 1914 a 1945.
Para nuestra desgracia hoy este texto es de una increíble actualidad ya
que, de nuevo, el FMI, la UE, el BCE y otras instituciones están
empeñadas, ahora ya sí en presente, en implantar de nuevo un mercado
autorregulado como centro de nuestra organización socioeconómica.
Hoy son muchos los que
asumen como un hecho que “estamos sentando las bases del crecimiento
futuro”, sin embargo la certidumbre sobre la que descansa esta idea no
es fruto del conocimiento, sino de la creencia; y esa es hoy una
creencia peligrosa, ya que conduce a muchas personas a una pasividad
indiferente. Esta pasividad es la que Mariano Rajoy alentaba
recientemente desde Nueva York cuando se refería a la “mayoría que no se
manifiesta”.
Pero si Polanyi tenía razón,
y estamos convencidos de ello, mientras la mayoría espera pacientemente
en sus casas a que las cosas mejoren, el tren de la Historia en el que
viajamos avanza veloz hacia el abismo. Para W. Benjamin las sociedades,
en ocasiones, deben accionar el freno de emergencia de la locomotora de
la Historia. Es por esto que hoy, la esperanza de una pronta mejoría
económica es una mala consejera. Debemos ser conscientes de que la
aniquilación de la sustancia humana y natural de la sociedad, así como
la transformación de nuestro ambiente en un desierto de los que habla
Polanyi ya ha comenzado y que nuestra responsabilidad como ciudadanos es
la de intentar activar “el freno de emergencia”.
En palabras del filosofo
Slavoj Zîzêk “(…) la única manera de evitar el desastre es aceptarlo
como inevitable (…) si posponemos nuestra acción hasta que tengamos
pleno conocimiento de la catástrofe, habremos adquirido ese conocimiento
cuando ya es demasiado tarde”.
No esperemos a que sea demasiado tarde.
Juan Seoane (Federación de Enseñanza de CGT Huesca)
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